Ah, eres tu {Lorena}

"Ir al acantilado" Ése fué el primer pensamiento que tuvo Benjamín al levantarse apenas cuando el sol salía y al ver a la mayoría de la comunidad durmiendo. Deberían ser alrededor de las 6am y él estaba despierto aunque no era algo raro de él, en su cama justo daba un rayo del sol que se escabullía por una pequeña rajadura por lo cual lo hacía madrugar pero como decía la frase "Al que madruga Dios lo ayuda" aprovechaba ese tiempo para recorrer la Isla ya que era el mejor momento y aún mejor si es que se levantaba un poco antes y podía ver el bello amanecer. Ese día no ocurrió, tendría que haberse levantado al menos media hora antes para poder observar aquel fenómeno tan increíble de la naturaleza. Sin dudas el amanecer y el atardecer eran sus momentos favoritos del día.

Sin dudar y con ganas de cumplir la meta que se le había puesto en la cabeza en el mismísimo instante que había abierto los ojos, se dirigió al bosque pero camino al Acantilado, a la parte más alta. No hacía demasiado calor, aquel era el mejor horario que podía haber elegido para caminar toda la distancia que debía de recorrer hasta llegar a su objetivo. Por suerte, él conocía muy bien el camino debido ya a las múltiples visitas que había tenido hacia allá y lo hacía con una velocidad bastante veloz comparada al resto de sus amigos.

- Nunca me cansaría de esto - Se dijo a sí mismo al llegar a la punta del acantilado.

Observó cómo el azul del océano se hacía infinito y nunca terminaba hasta que se unía con el azul más claro del cielo formando así el horizonte. Estaba dispuesto a sentarse y quedarse por allí un buen rato hasta que escuchó un ruido. Se agachó dispuesto a sacar la navaja que llevaba atada al tobillo sólo por si las dudas hubiera algo o alguien dispuesto a atacar. Miró a su alrededor esperando identificar cualquier otro movimiento por más mínimo que fuese. Frunció el ceño y se animó a preguntar.

- Quién anda ahí? -

Sacó la navaja y se paró derecho mostrando cierto aire de valentía y autoridad como si estuviera dispuesto a enfrentarse a lo que fuera que el destino le deparase en aquel momento. Se alejó un poco del acantilado y caminó acercándose a donde empezaba el bosque y de donde había escuchado el ruido que había interrumpido sus pensamientos segundos anteriores. Se sentiría aliviado al ver salir de los árboles a alguien de su comunidad pero a la vez un poco molesto por haber sido molestado a esa hora de la mañana cuando más concentrado y relajado estaba. Si había algo que odiaba, es que lo interrumpieran en un momento en el que aprovechaba para pensar y olvidarse de todos los problemas. El momento exacto donde él se fundía con el horizonte y no esperaba volver en sí mismo sino después de un buen rato.

Eran las 5:30 a.m y la décimo segunda vez que observaba mi reloj. No había conseguido dormir más de 15 minutos seguidos en toda la noche y es que había algo que me impedía conciliar mis dulces sueños. La noche anterior tras perderme un rato por el bosque, había dado a parar a uno de los acantilados de la isla. A pesar de ser pasadas las diez y no haber visto la civilización en por lo menos unas 4 horas, seguí internandome en el bosque. Era la primera vez que llegaba hasta una zona así y la paz que se respiraba era sencillamente perfecta. Me permití pasear por los alrededores e inclusive atar mi pañoleta a un árbol, para no olvidar que aquella era la zona que más me había agradado de toda la isla.

Tras estar allí alrededor de una hora y temiendo los regaños de Ash por llegar tarde; decidí volver, cuando un sonidito captó mi atención. Supuse que sería algun animalito por lo que con todo el sigilo del que fui capaz, me moví entre los arbustos, buscando lo que había hecho aquel ruido. Sonreí y mordí mi labio con ternura al encontrar un grupo de conejitos bebés acurrucados en la parte baja del tronco hueco de un árbol. Me dio algo de nostalgia verificar que no había rastro de sus padres por ningun lado. ¿Qué se supone que comerían esos animalillos? ¿Quién los cuidaría?

Por lo que, sin poder conciliar el sueño y con un deber pendiente, me di un baño y me vestí rapidamente, tomé algo de verduras picadas y frutos secos para llevarselos a los animalitos. Tomé rumbo por el bosque, recordando los pasos que di ayer y regresando cada cierto tiempo pues mi sentido de orientación a esas horas del día no era el mejor.

Casi doy un salto de felicidad cuando vi a lo lejos mi pañoleta atada al arbol donde deberían estar descansando los conejillos. Me acerqué en silencio y sonreí contenta de que efectivamente allí se encontraban. Dejé la comida a su alcanze y tomé uno de los conejitos en mis manos para poder alimentarlo yo. Era tan lindo. Mientras cumplía con mi tarea, me pareció oír el sonido de algunos pasos y guardé silencio. Tal vez se iría. No me apetecía hablar con nadie a estas horas ni mucho menos tener que andar dando explicaciones. Mi error fue intentar retroceder un paso, y quebrar un ramita. Maldición!

Ahogué un gruñidito cuando oí la inconfundible voz de Benjamín,provenir de atrás del árbol. ¿No podía ir a otro lado? ¿De todos los lugares en la isla, tenía que venir justo a mí lugar especial? Contuve todo mi pesar y salí de detras del arbol para encararlo. Observé su navaja en lo alto y alzé una ceja algo esceptica.-Tranquilo Benji, no te comeremos...-comenté con una sonrisa burlona mientras continuaba alimentando al conejito.-¿Se puede saber que haces aquí?-pregunté sin dejarme afectar por su presencia.

Esa voz. Benjamín hubiera deseado inclusive que fuera un tigre sediento de sangre humana antes que la persona que poseía esa inconfundible voz. Es que aquella voz le traían muchos sentimientos, desde un increíble sentimiento de molestia hasta una notable pizca de nostalgia. Bajó la navaja con rapidez y se agachó para volver a atarla a su tobillo como la tenía anteriormente. Luego se paró agilmente y miró a la chica rubia que tenía un... Conejito? Si, eso era, un pequeño conejo en sus brazos y le daba de comer como si fuera su madre. Soltó una carcajada, puso los ojos en blanco y se dio vuelta para volver a ver el horizonte.

- Ah, eres tú - Dijo fríamente mientras pasaba una mano por su nuca - Qué hago yo acá? Qué haces tú aquí y a esta hora? - Seguía dándole la espalda a su interlocutora.

Segundos después dio la vuelta para quedar de frente a ella y se acercó mirando alrededor para luego fijar la mirada en ella y plantarse a un metro de distancia de ella. - Es peligroso que andes sola - Comentó en vano porque ya se lo había dicho muchas veces pero Lorena era tan cabeza dura que nunca le hacía caso y nunca le escuchaba. Tendría que pasarle algo realmente malo para que ella comenzara a escuchar sus advertencias - Es que nunca me escuchas? No. No sólo a mi. Nunca escuchas a Lauren tampoco? - Lauren era la fundadora de la comunidad y siempre nos daba todo tipo de advertencias, en especial a las mujeres porque solían ser más indefensas y tener menos instinto de supervivencia que los hombres. No es que fuera machista pero no creía que las mujeras hubieran nacido para enfrentarse a leones o tigres o tiburones. - No debes andar sola y menos si casi todo el resto de la comunidad está en el quinto sueño -

Se alejó nuevamente y comenzó a caminar hacia la punta del acantilado. Pudo sentir cómo el viento revolvía sus cabellos y la luz del sol le alumbraba haciéndolos parecer más dorados que nunca. Cerró los ojos para sólo dedicarse a escuchar el sonido de la naturaleza a su alrededor. Sin dudas desde que vivía en la Isla se consideraba el hombre más felíz del mundo, había comprendido que no necesitaba de toda esa super avanzada tecnología para ser felíz. No necesitaba formar parte de esa sociedad comunista. Lo que podía hacerlo felíz lo tenía ahí mismo. Hogar, amigos, comida, diversión y chicas. ¿Qué más podía pedir?

Por poco se olvidaba de que tenía compañía y giró a asegurarse que Lorena estuviese allí aún con ese animal que tenía en la mano. Y allí estaba, seguía alimentándolo. Le parecía un poco ridícula aquella escena, el conejo vivía en la Isla y si estaba solo debía aprender a sobrevivir, era la ley de la supervivencia. Así como ellos convivían y se cuidaban por si solos desde que habían llegado a ese lugar paradisíaco, aunque era imposible no mencionar que siempre que podían se ayudaban mutuamente. Y casi siempre los varones se encargaban de pezcar y cazar y las mujeres de cocinar.

Fruncí levemente el ceño al oír su carcajada. ¿Qué era lo gracioso? Aún no le había hecho ninguna maldad por lo que contuve mi curiosidad y solté una carcajada seca en respuesta a su comentario.

-Yo pregunté primero...-me limité a contestar en tono despreocupado con un ligero encogimiento de hombros. Si él no me contestaba yo tampoco lo haría, solo esperaba que no pensara quedarse mucho tiempo aquí. Había encontrado paz en este lugar y justo él no me la arrebataría.

Volví a mirarlo con escepticismo al notar como se giraba nuevamente y se plantaba a no mucha distancia. Lo suficiente para darle un coscorrón si se pasaba de listo. Ya había guardado la navaja segundos antes, pero eso no quitaba que pudiera hacer algo tonto. Vamos, era Benjamín.

Puse los ojos en blanco y solté un suspiro de cansancio al oír sus palabras. ¿Cuántas veces me las había repetido? ¿500? No recordaba, eran tantas y ninguna le había hecho caso, que nisiquiera sabía porque se gastaba en repetirlas. Y no es que lo hiciera solo por darle la contra, bueno, en parte si, pero más que todo se debía al hecho de que mi naturaleza me impedía estarme quieta. En la isla todo era naturaleza y aire libre y ningun prejuicio machista me retendría de disfrutar de mi libertad. Al fin y al cabo, si yo no aprendía a cuidar de mi misma..entonces quien? No señor, yo era completamente autosuficiente, no necesitaba de niñeras.

-No te hagas el importante, sabes que justo en esto, no lo hago por darte la contra, a diferencia de todo lo demás-sonreí con descaro.-Sé cuidar de mi misma, no me ha pasado nada hasta ahora y no creo que ningun tigre ni león te libre de mi presencia asi que...Que pena!-comenté lo ultimo con un sobreactuado tono de pesar en mi voz.

A diferencia de él, caminé en sentido contrario, hasta apoyarme en el tronco del arbol,observando la claridad del cielo y sus límites con el tranquilo oceáno. Se tenía una vista preciosa desde aqui...

Lo observó nuevamente girarse y captó la pizca de burla en su mirar. Oh si, lo conocía muy bien como para no necesitar de sus palabras y conocer sus intenciones.-Deja de mirar así a Ben...lo asustarás...-reclamé cubriendo de su alcanze al conejillo que reposaba tranquilo en mi brazos. No había podido contenerme de llamarlo así. Si bien lo hacía para fastidiarlo, oh novedad!, tenían un cierto parecido...ambos tenían el cabello, en el caso de Ben; pelaje, cobrizo. Eran tiernos, muy muy muy en el fondo, había alcanzado a conocer aquella faceta tierna del chico que ahora me sacaba de mis casillas. Y por sobre todo, habían llegado a mi vida de una manera inesperada. Asi que sip, para mí era Ben, el conejo.

Escuchó que reclamaba que ella había preguntado primero qué hacía él allí. ¿Estabamos en la primaria que siempre decíamos "yo pregunté primero"? Era ridículo, quien preguntaba primero ya no importaba. Ambos terminarían respondiendo porque siempre era así, seguían pidiéndose y dándose explicaciones de por qué hacían lo que hacían a pesar de que hace tiempo ya no estaban juntos. Era parte de la naturaleza de ellos mismos. Parte de la nueva relación que llevaban, una mezcla de amistad pero a la vez la presencia del otro molestaba. Aún así no podían dejar algunas costumbres de cuando eran pareja. Se inclinó levemente hacia el conejo pero volvió a alejarse.

- Me levanté temprano con la idea de venir aquí, ya lo voy haciendo varias veces - Dijo - La vista es increíble y a este horario puedes olvidarte de todo lo que te rodea y ver el más hermoso amanecer que jamás hayas visto - Dirigió la mirada a sus ojos café para clavarlos en ellos.

Cuando escuchó que ella llamaba a aquel animal Benja enarcó las cejas y soltó una carcajada sínica mientras miraba al conejo. Lo agarró rápidamente antes de que Lorena pudiera evitar que lo hiciese y con una mano lo sostuvo desde el pelaje y lo miró fijamente - Benja? Vamos! Tan importante soy en tu vida que justamente llamas Benja al conejo que estás alimentando - Lo depositó en el suelo y éste saltó y saltó hasta perderse nuevamente en el bosque. Sonrío y miró a su ex novia. - Parece que solo quedamos tú y yo - Le comentó - Aunque sinceramente con solo verte ya comenzó el típico dolor de cabeza que me causa tu presencia - Masculló mientras se sentaba en otro tronco que había por allí. El bosque estaba lleno de troncos caídos por todos lados debido a las tormentas que solía haber en Invierno. Pero eso les beneficiaba porque tenían madera para mejorar la casa o hacer una que otra manualidades.

- Aún no me dijiste qué haces tú acá - La miró fijamente para que no evadiera la pregunta. A veces solía poner nerviosa a la gente al mirarla así pero sabía que no a ella. Ella ya estaba acostumbrada y era inmune a esa mirada fría y fija que él solía poner cuando pretendía hacer creer que algo no le interesaba demasiado.

Había varios motivos por los que ella podía estar allí. Tal vez quería ver el amanecer pero había llegado tarde. Tal vez no podía dormir y se había levantado a caminar. La verdad que él no se había fijado en la cama de Lorena antes de salir casi corriendo al acantilado. A la única cama que había echado un rápido vistazo porque estaba en su camino hacia fuera era la de Penélope y ella dormía plácidamente. Pero ¿Qué hacía alimentando a un conejo? Las mujeres eran tan sentimentalistas que todo les parecía demasiado tierno.

Cubrí a Ben de su vista cuando se acercó un poco y me relajé al verlo alejarse. El conejillo había empezado a ponerse inquieto y revolverse entre mis brazos, seguramente quería bajar. Pero yo no quería dejarlo ir aún...lo tendría un ratito más.

Escuché con atención la explicación que me daba y sonreí levemente, antes de volver a ponerme seria del todo. Nuestros motivos eran similares, después de todo, no eramos tan distintos como nos esforzabamos en aparentar, pero no había nada que hacer, así nos llevabamos y yo no lo cambiaría. Mantuve la vista fija en su mirada azul antes de soltar otro suspiro y apartarla nuevamente hacia el animalillo que reposaba en sus brazos. Él había encontrado este sitio primero...lo más lógico era que yo me retirara y lo dejara descansar, reflexionar, divagar, y etecé de cosas que se le antojara hacer en este bonito lugar...Contuve las ganas de hacer un puchero de frustración. A mi también me gustaba este lugar como para dejarselo al tontorrón de Benjamín!

Alzé la vista nuevamente hacia él, cuando una de sus carcajadas sínicas me sorprendió. Sin poder poner resistencia alguna, arrebató a Ben de mis brazos y lo sostuvo del pelaje. Abrí los ojos con horror antes de fulminarlo con la mirada. Si bien sabía que no le estaba causando daño, se me hacía una manera muy tosca para tratar a un animalito. ¿Qué no tenía sentimientos? Ya lo cogería del cuello igualito a ver si le dolía...

Esta vez fui yo la que soltó una carcajada sínica.-Porsupuesto! Acaso lo dudabas? I love you, I need you oh baby oh baby-recité envolviendo las palabras en la más pura ironía y sonriendo de manera angelical para demostrarle cuanto me importaba.- No es eso, es que ambos tienen esa carita de tonto tan característica...no pude resistirme-confesé con un encogimiento de hombros y una sonrisita burlona.

Ahogué un grito e hice un puchero al ver que soltaba a Ben y lo dejaba huir hacia el bosque. Di un par de pasos para alcanzarlo, pero fue inutil pues ya se había ido. Me cruzé de brazos fastidiada al tiempo que me giraba hacia él fulminandolo con la mirada.-Lo pagarás Benjamín...-advertí. Yo no advertía por las puras y él se había metido con mi conejito, si que lo lamentaría. Tendría que regresar luego y buscarlo, esperaba que no se hubiera ido muy lejos.

-Ha! Pues no has podido darme mejor noticia, me mantendré cerca a ver si ese dolorsito se convierte en jaqueca.-añadí en tono dulce antes de volver en los pasos que había dado. No me iría. Ahora con más razón me quedaría en este lugar tan bonito, excluyendo la presencia de mi ex novio. Me extrañó que volviera a sacar el tema y sostuve su mirada algunos segundos antes de contestar. ¿Por qué se molestaba en mirarme de esa manera si sabía que conmigo no podía? A mi no me temblaban las piernas, ni perdía el habla y mucho menos apartaba la vista intimidada. Lo conocía bien como para no dejarme influenciar por eso.

-No podía dormir.-contesté simplemente. Eso era en gran parte cierto.-Quise salir a despejarme un rato y los pies me trajeron hasta aquí.-Bien...eso no era del todo cierto, pero no le diría la verdad completa. Había espantado a Ben y seguía fastidiada por ello. -Este lugar tiene una vista preciosa...-murmuré bajito, tal vez más para mi misma que para él, mientras mi vista se perdía en la belleza que representaba el horizonte a esa horas.

Le causó mucha gracia escuchar a Lorena recitar aquella frase. No pudo evitar sonreír levemente por más que quisiera mantenerse serio con ella, aún así cuando se dio cuenta volvió a mostrarse frío y distanciado. Si, la relación de ambos era bastante extraña. Un día podían ser los mejores amigos de todo el mundo y al otro podían ser los peores enemigos que alguien jamás haya conocido. Era una relación de locos pero que lo entretenía bastante y lo sacaba de una vida monótoma y aburrida. Aunque desde que había llegado a la Isla él ya no conocía esas palabras.

- Convengamos que esta carita de tontito fué la que te enamoró - Dijo en forma de broma dejando que el carácter frío comenzara a desaparecer de a poco.- Claro, por eso también tenías en tus brazos al conejo, te enamoraste de él también - Levantó una ceja negando lentamente con la cabeza - Cuantas veces hay que repetirte que no debes enamorarte de animales que les gusta ser libre? -

No es que se considerara a sí mismo un animal, pero sí la segunda parte, la que hablaba de libertad. Benjamín era amante de la libertad y tal vez por eso fué, también, una de las razones por la cual su relación con Lorena no dio para más. Los celos de ambos, algunas prohibiciones, tener que dar explicaciones sobre cada movimiento que hacía en su vida. Eso no era algo que a él le gustara. Y ahora que estaba soltera tenía toda esa libertad, exceptuando que a veces tenía que seguir dando una que otra vez ciertas explicaciones. Pero no podía negar tampoco de que de vez en cuando solía extrañar esa relación que habían mantenido hace tiempo atrás.

Él casi ya no recordaba cómo era vivir en las grandes ciudades. Amaba La Isla, no la dejaría nunca de eso estaba seguro. Y más que aquel paraíso tropical le interesaba conocer a Penélope, había algo en ella que le atraía, algo que él no podía explicar. Tal vez porque le recordaba a Lorena en algunos aspectos. Por lo menos ambas eran rubias y tenían amor por las aventuras, al igual que él también.

- No tienes algo mejor que hacer que quedarte aquí y molestarme? - Dijo - Digo, no se. No hay más conejitos que quieras agarrar y ponerles mi nombre? o tal vez algún tigre bebé que tengas ganas de cuidar? -

Él seguía sentado, inmóvil en el tronco. Lo único que se movía de todo su cuerpo, era su cabello debido a la brisa de verano que corría en aquel lugar librado un poco de los árboles. Miró al horizonte y recordó varios amaneceres que, en México, él había compartido con la rubia. Claro que no se comparaba con la belleza que era en este lugar, pero si el encuentro se hubiera producido una media hora antes tal vez hubieran vuelto a revivir uno de aquellos amaneceres juntos. Y eso, a pesar de que lo niegue, le agradaría bastante.

El indicio de una sonrisa en su rostro me hizo girarme a observarlo como si de un mutante se tratara. ¿Él sonriendo? Eran extrañas y contadas las veces en las que el dejaba salir una de sus encantadoras, jamás lo admitiría, sonrisas sinceras. Y como supuse, segundos después estaba recomponiendo su rostro en aquella mascara de seriedad e inclusive molestia. Puse los ojos en blanco, se seguía gastando cuando sabía que conmigo no podía aparentar...Hombres

Disfrazé una carcajada en un repentino ataque de tos ante su comentario. Sería...Benjamín. Sip, eso era.-CoffcoffFanfarróncoffcoff-tosí abanicando mi rostro como si necesitara aire antes de sonreir divertida, mientras seguía escuchando su monólogo. -Puede ser..-murmuré pretendiendo considerar la idea.-O quizás fue exactamente esa carita de tonto lo que me desencantó...quien sabe?-me encogí de hombros con una expresión divertida.

Al oír lo siguiente, mordí mi labio intentando contener la risa, pero esta vez me fue imposible.-¿Animales Libres?¿Tú tienes experiencia en eso, cierto? Tal vez tengas razón Benja, debí haber aprendido la lección contigo...-comenté esbozando una sonrisa de entera diversión. Al diablo el enojo, se había autoinsultado y no podía divertirme más.-Pero tú sabes, tengo una debilidad por las causas perdidas...que se yo-hice un ademán para quitarle importancia al tiempo que me apoyaba en el tronco de un árbol.

-Mmm...la verdad es que no. Me resulta tentadora la idea de fastidiarte un rato y mira que hoy hemos empezado desde temprano!-contesté emocionada solo para tocarle las narices- Imaginate lo que nos queda del día...-comenté haciendole un guiño antes de pasar por delante de él. Puse bastante fuerza a mis pisadas y las arrastré levemente para levantar algo de polvo, ensuciando su pulcra vestimenta en el proceso.

Me acerqué al filo del acantilado, tenía bastante curiosidad sobre cómo sería la vista desde allí y no pude resistir el impulso de asomarme para comprobar la altura. Wow! Si que era alto! Dolería mucho el tirarse desde allí? Mi cuerpo se tensó casi de manera imperceptible al recordar a Benjamín algunos metros atrás.-Ni se te ocurra acercarte...a no ser que quieras que compruebe mi teoría de que no todos los animales libres vuelan...-advertí con una sonrisita burlona sin siquiera girarme a observarlo. La vista desde allí era algo increíble, no me lo perdería por ver su gesto de fastidio ante mi presencia.

Y volvía con esos ataques de tos donde decía algo sobre él. Solía hacerlo seguido y eso ponía de pelos de punta a Benjamín. Respiró profundo y contó hasta diez. "Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco... Seis...Siete...Ocho...Nueve...Diez" Se relajó bastante al hacer ese ejercicio que su madre adoptiva siempre le hacía hacer para que los ataques de ezquizofrenia no aparecieran y lo volvieran violente. Por suerte, ya llevaba mucha práctica en eso y podía controlarlos casi perfectamente. Además, tenía muy bien en cuenta que no podía perder el control con una chica y menos si esa chica era Lorena.

- Tal vez - Dijo cuando escuchó comentar lo de la "carita de tonto" - En fin, por qué hablar de algo qu eya pasó hace tiempo no? -

Hablar del pasado no eran exactamente las charlas favoritas de Benjamín, al contrario, detestaba hablar de lo que "ya fué". Inclusive muy pocas veces hablaba de su vida en México o Estados Unidos. Eso no quiere decir que no la recordara y que de vez en cuando no quisiera ver a su familia, en especial a Gabriel, su hermano. Pero no era posible, ya no. Él no estaba dispuesto a abandonar ese paraíso, pero si estaba dispuesto a hacer un viaje a México en algún momento.

- Causas perdidas? - Repitió su misma expresión - Entonces eso soy para ti? Una causa perdida? - La vio acercarse por donde estaba él e inclusive levantar un poco de tierra al caminar. Se paró y quedó justo de frente con ella mientras la escuchaba seguir hablando sobre lo mucho que le agradaba molestarlo. Aquello no era noticia nueva para él, siempre lo había sabido, él era el juguete favorito de Lorena cuando se trataba de querer hacerle la vida imposible a alguien. Era algo instantáneo que debía suceder en su cabeza. Ya podía imaginárselo. "A ver Lorena a quién vamos a fastidiar hoy? Al mismo de siempre, a Benjamín Della Costa". - Después no te quejes si digo algo hiriente, convengamos que me sacas de mis casillas más de una vez - Dijo en tono de advertencia.

La observó girar sobre sí misma y dirigirse directo a la punta del acantilado a ver la hermosa vista que éste ofrecía. Sonrío y le siguió los pasos de forma sigilosa. Estar en una Isla donde podías ser alimento de animales en cualquier momento te enseñaba a tener un paso silencioso y sigiloso. Benjamín al tener que cazar animales, junto a los otros hombres de la comunidad, lo había aprendido con facilidad. Escuchó su voz que le advertía que no se acercase pero era demasiado tarde. Él la tomó por la cintura, la agarró bien y la empujó, sin soltarla, hacia la nada y luego la trajo contra sí mismo riendo. Jamás dejaría que ella se cayera, sólo pretendía asustarla un poco.

-Comparto tu disgusto por el pasado, descuida, me interesa tanto como a ti recordar mi vida anterior...-comenté sin ganas y manteniendo aún la mirada fija en el horizonte. Yo no era de aquellas que se ponían en modo retrospectiva a analizar su pasado y llorar sobre sus infortunios. La vida no había sido lo que se dice color de rosa para mí, pero aún así, no la cambiaría por nada. Tenía al mejor padre que podía existir y a la mejor amiga que podía desear alguien en su vida. Y si bien en la actualidad mi relación con Benja era algo retorcida y enredada, en ese entonces no era así. Su presencia era algo necesario en mi vida y poco a poco se convirtió en una de las personas más importantes de mi reducido circulo afectivo. Sonreí con algo de nostalgia, todo era más sencillo en ese entonces...pero a pesar de eso no me lamentaba. Las cosas habían sucedido así por algo y nosotros no eramos nadie para juzgarnos por cosas del pasado.

Escuché su tono de advertencia y fruncí un poco el ceño. Tal vez se había tomado demasiado en serio eso de causa perdida. Iba a girarme para soltar algun que otro comentario irónico que alivianara el ambiente y le recordara que estaba bromeando, después de todo no me gustaba herirlo. Fastidiarlo sí, Molestarlo y sacarlo de sus casillas también. Pero herirlo no. Iba en contra de mi naturaleza hacer algo así. Aunque no estaba del todo segura si él conocía ese aspecto...

De la nada sentí sus manos rodeando mi cintura y solté un gritito de susto al verme perder el equilibrio hacia adelante. Mis manos volaron de manera instantanea a las suyas y mi subconsciente se imagino en cuestión de instantes el golpe duro que me daría contra el mar y la fría sensación del agua calándome los huesos. Su risa y el tirón que sentí atrayendome de vuelta hacia él, fue lo que me devolvió a la realidad. Como se atrevía a hacerme algo así! Sin duda hoy había amanecido más tonto de lo normal. Me había llevado un susto de muerte y el corazón me latía desbocado.

-Benjamín eres un idiota!- grité mientras me giraba hacia él, cuidando de no perder mi precario equilibrio, y tomaba su camiseta en mis manos haciendolas puños.-Te parece gracioso hacerme algo así?! No sabía que era tanta tu desesperación por sacarme del mapa y ya deja de reirte! -exclamé fulminandolo con la mirada ante sus continuas carcajadas. Mi tono de voz era algo atolondrado y las palabras se me enredaban las unas con las otras debido al susto. Mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho y lo único que hacía él era reirse, impidiendo que me relajara.-La próxima vez que quieras asesinarme, sé un caballero y prueba con algo como el veneno o una daga quieres?-reclamé sacudiendolo de la camiseta que aún permanecía prisionera entre mis manos.

"Mi vida anterior" Soltó una pequeña carcaja al oír eso. Si, era pasado, pero no hacía falta expresarlo de tal forma ¿O si? No había sido en otra vida lejana en la que habían estado juntos, y tampoco había sido tan malo como para que lo interpretara como "otra vida". Negó lentamente con la cabeza.

Cuando él le hizo aquella "pequeña" broma, si así podía llamársele, ella reaccionó de lo peor. Por eso le gustaba molestarle. Miró como burlándose de cómo, con sus pequeñas manos, tomaba su remera y pretendía que le tuviese miedo. Mostró una sonrisa segura y divertida de la situación que estaba viviendo. Escuchó todas las cosas que le "enana" como él le gustaba llamarle, le decía. Sólo la escuchó para reír un poco ya que no le interesaba demasiado escucharle salir tantas cosas sin sentido en un minuto.

- Nunca fuí un caballero, por qué empezar ahora? - Bromeó - Tampoco es para tanto enana, te sostuve bien, no iba a dejarte caer. Vamos! De verdad piensas que lo haría? - Río despaico mientras volvía al tronco y colocaba una pierna allí mientras apoyaba su codo en la rodilla de ésta - Además, vas a decirme que no te gustó estar tan cerca mío de nuevo? -Acabó diciendo en forma de burla y luego corrió un poco el pelo que tenía en la cara y entrecerró un poco los ojos porque el sol le daba directo en el rostro.

Hacerla enojar era divertdio, más si reaccionaba de aquella forma. Si había algo que él nunca iba a admitir era que Lorena le parecía más linda enojada. Podía ver una chispa en sus ojos que le encantaban, a veces parecía de que ella sí era capaz de matarle si seguía molestándola, y eos sólo le hacían dar aún más ganas de ser un dolor de cabeza para ella, al igual que ella lo era con él. "Hay que ser justos" pensó mirándola.


Off Rol: Siento la tardanza y que no sea muy largo como nos gusta (? pero es que anduve a full con mi colación, y aún lo estoy! De verdad lo siento!

Respiré tranquila una vez se alejó. No es que desconfiara de él, no lo hacía. Habíamos pasado por tanto como para que ahora tuviera esas tontas dudas que me impidieran confiar en una de las pocas personas que me conocían de verdad en aquella isla. Pero vamos! Me dio un susto de muerte, ¿Qué esperaba? Interiormente sabía que no me dejaría caer...o por lo menos eso creía. Supongo que si de verdad quisiera asesinarme idearía algo más ingenioso que arrojarme de un acantilado cierto? Sin mencionar que no era exactamente una cosa segura que fuera a morir. Podía simplemente, evitar las rocas de manera milagrosa y salir ilesa, o en todo caso fracturarme unos cuantos huesos, pero aún asi seguir con vida. Si de verdad quisiera asesinarme, tendría que idear algo mejor.
Contuve una sonrisa al notar las incoherencias en las que mi mente divagaba. Benjamín no haría algo así.

Mantuve mi expresión seria y enfurruñada mientras le oía decir aquella sarta de boberías y acomodarse de vuelta en su tronco.
¿Gustarme su cercanía? Oh sí claro. Alzé una ceja irónica mientras mantenía mis brazos cruzados y la vista clavada en él. ¿Yo, Lorena Cartagena, rendida a sus encantos? Ja! Como si a mí pudiera hacerme estremecer con la electricidad de su tacto, o perderme en lo azul y cautivante de su mirada, que de manera irremediable te hacía viajar a las profundidades de aquel oceano que se cernía a nuestras espaldas. Demonios! Alejé aquellos pensamientos, no dispuesta a recordar las mil y una sensaciones que ocasionaba Benjamín en mí y de las cuales siempre se había sentido gustoso de fanfarronear. Eso era antes. Ahora que eramos algo así como enemigos de muerte y amigos sin reconocerlo, las cosas estaban claras. Nada de sentimientos, ni sensaciones, ni recuerdos, sino toda mi convicción se iría por el desague y estaba segura de que no quería aquello.

Por toda respuesta, y en un acto sumamente maduro de mi parte, le saqué la lengua.

Me giré sobre mis talones y caminé los cortos dos pasos que me separaban del filo del acantilado nuevamente. Dándole completamente la espalda y a sabiendas de que no intentaría nada si es que no quería morir ahorcado por mis manos, alzé un poco el rostro,cerrando los ojos y suspirando ante la sensación de la brisa alborotando mis cabellos y los rayos solares acariciando mi rostro.

Estaba dispuesta a castigarlo con mi silencio, cuando la idea de que posiblemente sufriera más con mis palabras que con mi indiferencia, me hizo sonreir. Ya se me había pasado el disgusto, pero eso no era algo de lo cual él tuviera que ser consciente. -No seas iluso Benjamín, si hay algo que me produce tu cercanía, es escalofríos.-contesté sin darle ninguna inflexión a mi voz.-En todo caso, si no planeabas asesinarme, la próxima vez que quieras acercarte a mí, ingenia algo mejor, no seas tímido! Yo te recordaba más valiente...-me burlé, esta vez girando un poco el rostro, lo suficiente para lanzarle una sonrisita socarrona.

Me agaché despacio, estirando las piernas hacia el vacío y sentandome con delicadeza en el filo del acantilado. Mantuve las manos apoyadas en la hierba y me incliné levemente hacia adelante para cerciorarme de un pequeño detalle del cual había sido consciente en la pequeña bromita de Benja. Sonreí ante mi descubrimiento y me giré nuevamente.-Ah, y no me digas enana.-agregué. Era un detalle importante, no me gustaba que me dijera así. ¿No era tan pequeña o si?

Off Rol: Descuida Super Admin, entiendo^^ Creo que compensé la pequeñez de tu post, con lo extenso del mío xD Más bien, la próxima si no te la perdono ¬¬ Es broma (A)

Observó divertido los gestos e la rubia cuando dijo que le gustaba su cercanía. Parecía ofendida por aquel comentario. Pero acaso no era cierto? No podía negar que a los dos les gustaba estar cerca el uno del otro, sino alguno ya se hubiera ido de aquel lugar. Pero eso no había sucedido, ambos estaban allí, discutiendo, como siempre. Pero porque querían buscar alguna excusa para sentir la presencia del otro. Tal vez ya estaban acostumbrados a estar cerca que no podían alejarse.

Río cuando vio qe le sacó la lengua pero no le sorprendió de ninguna forma, la conocía y Lorena siempre tenía esos impulsos y actitudes que la hacían ver como una niña pequeña. Observó cuando se acercó nuevamente a la punta del Acantilado y terminó por sentarse. Benja se acercó y apoyó sus manos en los hombros de ella como si estuviera por darle algún tipo de masaje. Pero obviamente no era así. Sus masajes no eran buenos y tampoco pretendía dárselo justamente a Lorena. Lo guardaría para otra ocasión.

- Tranquila, si quiero acercarme a ti sé exactamente cómo hacerlo - Dijo fanfarroneando un poco sobre lo mucho que conocía a su ex novia - Y yo soy de las personas que creen en la frase "La verdad no ofende" Así que no te ofendas cuando t llamo enana. -

Retiró sus manos de los hombros de la chica y se agachó a su lado mientras observaba el mar. La verdad que ese día estaría genial para, después, darse una muy buena zambullida en agua fría. No en ese momento porque aún podía sentir la brisa fresca de la madrugada, pero sabía que después el clima cálido se haría mucho más notable y la única forma de refrescarse sería el inmenso mar que se encontraba ahora en frente de ellos.

- Creo que la mejor desición que hicimos fue quedarnos - Dijo mirando al frente - Es decir, seguro extrañás a tu familia y demás pero... - Hizo una pausa - Esto es algo que no tiene precio. De verdad, lo considero el Paraíso. - Continuó despacio, apenas inaudible la siguiente frase - Mi propio Paraíso -

Él, que creía que nunca podía existir un lugar tan bello en todo el planeta Tierra, ahora se hayaba comprobando todo lo contrario gracias a ese viaje que se aventuró a hacer. Gracias a Lucas que le dio un mapa, lástima que ya no estaba con él. Lástima que no podía compartir con él todas las grandes maravillas de aquella Isla, de aquella Playa. Lo extrañaba, estaba loco pero lo extrañaba.

¿Es que acaso nos habíamos mudado al mundo del revés y no me había enterado? Su cercanía y su repentino toque, me extrañaron hasta que su comentario burlón me trajo nuevamente a la realidad riendo un poco sin poder evitarlo.-Oh porsupuesto Sr. Experto en Seducción, aunque deja te digo que tus truquitos no funcionan conmigo.-contesté con burla mientras lo observaba agacharse a mi lado. Escuché su explicación para su no ofensa y negué con la cabeza con aire divertido. ¿A quién pretendía engañar?

-De acuerdo, supongamos que te creo eso de la no ofensa, aun asi, no soy enana-contesté con simpleza. No era enana. A pesar de lo que él diga. Aceptaba que era algunos cms más baja que él...pero nada que me fastidiara. El ser pequeña no había sido nunca un problema para mí, por el contrario, me había sido de mucha utilidad incontables veces que le había hecho alguna jugarreta al mismo Benjamín y había podido escabullirme sin problema alguno.

Nuevamente no pude evitar sonreír y sorprenderme al mismo tiempo al escuchar como platicaba conmigo, como si por un instante no fueramos los Benjamín y Lorena del presente, aquellos que inmediatamente se veían, estaban buscando algun tipo de comentario o burla para fastidiar al otro; sino aquellos que solían pasar horas conversando de cualquier tema, simplemente disfrutando de la compañía del otro. La añoranza por otro tiempo me pegó de improviso y tuve que sacudir la cabeza levemente para apartar las ideas. Habían sido tiempos bonitos, si, pero yo también era feliz ahora, no podía quejarme.

-No tengo ninguna duda de ello...-acepté, observando al igual que él, el horizonte.-Y sii extraño a mi papá...pero estoy segura de que él no sería nada sin su caótica ciudad...-reí un poco al recordar a mi única familia. Mi padre. Lo extrañaba horrores, pero la idea de ir a visitarlo en un futuro próximo me hacía llevar el día a día sin nostalgias...por lo menos no de aquellas.

Solté una risita al oír lo que me pareció algo así como "Mi Propio Paraiso" o álgo semejante. Allí iba con sus arranques egocentristas. A mi también me parecía el paraíso. Un Paraíso que jamás pretendí encontrar y que sin duda ahora me costaría horrores abandonar.Solté un pequeño suspiro antes de acomodar mis cabellos hacia un lado, ordenandolos un poco por causa del viento.

-Lo creas o no, me alegro de que seas feliz Benja..-comenzé sonriendole con sinceridad y observandolo por última vez.-Y para que veas que considero tu felicidad y no soy un ser egoísta como podrías pensar...te liberaré de mi presencia para siempre... Adiós!-exclamé lanzandole un beso volado y girandome hacia el lado contrario para dejarme caer al vacío.

De alguna manera conseguí no gritar y caer de manera delicada y exactamente en el lugar que había calculado. Un pequeño saliente que guíaba hasta la gruta que había capturado mi atención, minutos atrás. Me aseguré de estar bien parada, afirmada a las rocas y observé el angosto camino. No tenía pensado morir, ni mucho menos liberar a Benja de mi presencia. Pero me había parecido graciosa la idea de despedirme de él y no había podido contenerme.

Sonreí mientras observaba mi no muylejano objetivo. Una cueva exactamente del lado contrario donde me encontraba. No sería muy dificil llegar...un poco de equilibrio, mucha curiosidad y algo de suerte para no caer serían suficientes. Desde que habíamos llegado a la isla que quería un lugar propio y confortante para mí, y aquella cueva sin duda era perfecta. No me importaba si estaba oscura o desierta, la había visto yo y estaba contenta con mi descubrimiento.

Claro, sus armas de seducción no funcionaba con Lorena. Aquello le hizo reír, ra gracioso escucharla pretender de que no sentía absolutamente nada cuando lo tenía cerca. Si, la verdad que las apariencias podrían engañar a muchos pero no a él. Tenía muchas experiencias con personas que toda su vida se la pasaron negando cosas y aparentando otras pero al fin y al cabo, todo sale a luz siempre. Tarde o temprano. Las discusiones entre los dos chicos obviamente demostraban algo más que una simple pelea entre dos personas. Esa era su forma de demostrarse que algo de cariño quedaba en ambos aunque lo negaran.

- Ah, no lo eres. Entonces si tú no eres enana yo soy Peter Pan. Quieres verme volar como él? - Dijo moviéndose un poco más cerca de la punta - No sería gran cosa, ya vendrá Campanita y me daré un poco de su polvo de hada - La miró divertido y le guiñó un ojo mientras volvía a acomodarse mejor, un poco más atrás de la punta -

Si, ahora se encontraban conversando lo más bien, aquel fue el ultimo comentario de discusión para dar paso a una charla un poco más tranquila y tal vez más profunda también. Se hayaban hablando del lugar en donde estaban parando. Habló de su padre, y él sabía cuanto lo extrañaba y cuanto significaba para ella. Pero siempre que comienza una nueva etapa hay que dejar algo atrás. Él también extrañaba a su familia, pero era tiempo de continuar solo, de conocer nuevas personas y aprender a cuidarse y defenderse solo, sin ataduras a nada.

Río con su broma sobre el padre y luego miró abajo. Volvió a observarla cuando le dijo que le alegraba que él fuera felíz y eso le sacó una sonrisa sincera. Estaba apunto de tomar su mano y decirle algo cuando ella se paró y dijo algo que no había llegado a analizar por completo. ¿Adiós para siempre? ¿De qué hablaba? Frunció el ceño y la miró confundido. Cuando de pronto ocurrió algo que Benjamín nunca podría habérselo imaginado. Se paró de golpe y abrió los ojos como platos al ver que se tiraba al vacío. Se acercó aún más como si quisiera alejarla pero sólo logro quedar con la mano agarrando el aire y él al borde, a punto de caerse. Las piedras de la punta empezaron a deslizarse y él se volvió con brusquedad antes de caer por la nada, como lo había hecho Lorena dos segundos antes.

- Lore! - Gritó al volver a acercarse a la punta y observando el mar. Nada. No había nada. Tragó saliva e intentó no ponerse paranoíco - No, esto no puede estar pasando. No! Maldición no! - Se dijo a sí mismo mientras se giraba y golpeaba con fuerza un árbol dejándole lastimado los nudillos - Lorena en que mierda estabas pensando? - Gritó como si ella pudiera escucharle. Pero no, no podía creerlo, Lorena no podía estar muerta. Simplemente no. Tendría que haber caído al agua y haber sobrevivido. Tenía que. Se acercó al borde de nuevo como si esperara que por arte de magia ella apareciera allí - LORENA! - Volvió a gritar y cada vez se sentía más desesperado. En aquel momento temió tener uno de su sataques de esquizofrenia y matar a la primera persona que se le cruzara adelante por lo que agradeció estar en aquel lugar donde no iba mucha genete seguido y menos a esa hora.

Estaba a punto de lanzar una piedrecilla hacia arriba para hacerle saber a Benja que estaba bien, cuando su grito me alertó congelandome de manera inmediata. Tragué en seco al escuchar sus siguientes maldiciones mientras estrujaba mis dedos por los nervios. ¿Porque gritaba así? ¿Que acaso no me había visto caer en el saliente? Su voz se oía desesperada y una horrible sensación de culpa se instaló en mi ser. Mi intención no había sido preocuparlo de esa forma...Sabía que tenía que hablar para tranquilizarlo, asegurarle que estaba bien y que todo había sido un juego de mi parte, pero simplemente no encontraba las palabras. La voz se me había ido de manera milagrosa y me vi a mi misma abriendo y cerrando los labios sin poder decir una palabra.

Un escalofrío me recorrió entera y tuve que aferrarme a la pared de piedra que tenía detrás mío para no caer al escuchar aquel grito. Los oídos me retumbaban, el corazón me latía acelerado y la culpa me carcomía. Había detectado ese tono de voz que tanto me preocupaba y me odié por ser la causante.-BENJAMÍN!-grité de vuelta sin saber muy bien que decir. Lo único que tenía claro era que no podía seguir callada. La voz me salió no se muy bien de donde pero conseguí gritar lo suficientemente alto para que me oyera.-Estoy bien Benja, por favor tranquilizate...-pedí aun en gritos pero suavizando el tono de mi voz. Sabía que no era bueno alterarlo más de lo que estaba.-No me paso nada...estoy bien, relajate si?-casi supliqué mientras alzaba la vista hacia arriba para tratar de verlo. Mordí mi labio con impaciencia sin saber muy bien que hacer mientras continuaba retorciendo mis dedos. ¿Debía subir? ¿O era mejor quedarme allí para demostrarle que no pasaba nada? Medité unos segundos ambas ideas mientras continuaba buscandolo con la mirada, el reflejo del solo me impedía ver bien del todo y tuve que entrecerrarlos un poco debido a la tierra y las piedrecillas que se desprendían desde arriba.

No podía arriesgarme a quedarme aquí y dejar que la tensión lo invadiera por completo. Sabía cuanto odiaba Benjamín esos ataques y rogaba que no le diera uno. No cuando yo había sido la causante. No me perdonaría nunca haberle provocado semejante pesar. Pero si subía y estaba enfadado por la pequeña no broma que acababa de hacerle, facilmente me tiraría él mismo del acantilado en venganza por haber hecho semejante estupidez. A la mierda, me lo merecía por tonta. Decidida a hacerle frente, empezé a subir, escalando con cuidado por aquellas piedras que no estaban muy escarpadas.-Solo quería ve...-las palabras se quedaron en ideas cuando tuve que aferrarme fuertemente a una de las rocas al perder el equilibrio debido a la falta de concentración. Respiré tranquila y volví a intentarlo.-Quería ver algo...-continué como si nada hubiera pasado.-Ya estoy subiendo...

Toqué el filo del acantilado nuevamente y me di un último impulso con los brazos para lograr sentarme.Alzé la vista hacia él con preocupación, disculpandome con la mirada.-No quería preocuparte...-aclaré solo por si acaso, preparandome para lo que venía y bien merecido tenía.

No pudo evitar seguir maldiciendo una y otra vez mientras no tenía idea de qué debía hacer. Debía bajar y fijarse si podía divisar a Lorena? Llegar hasta abajo le tomaría al menos 15 minutos si es que iba corriendo. Pero por alguna razón no podía moverse de ese lugar. Sintió que en cualquier momento iba a descontrolarse, no quería cruzarse con nadie porque cualquier cosa que le dijeran podía caerle mal. Tragó saliva y volvió a golpear otro árbol de pura impotencia y bronca que tenía. Ya no quería ni girarse hacia la punta del acantilado. "¿Por qué mierd...". Algo interrumpió sus pensamientos.

Oyó una voz no muy lejana pero en su cabeza parecía así. Él se sentía fuera del mundo en aquel momento. Ahora es cuando odiaba tener esa enfermedad y empezar a recaer un poco. En Estados Unidos seguía un tratamiento, pero aquí qué tratamiento podía seguir? Ninguno, las pastillas se le habían acabado hace una semana y estaba esperando el próximo viaje de Lauren al Continente para que le trajera más. Creyó que estaba alusinando al escuchar a Lorena decir su nombre, pero luego más fuerte se oyó de nuevo su voz.-

- No estoy imginándomelo - Se dijo a sí mismo algo nervioso mientras se daba la vuelta.

Escuchó de nuevo la voz de su ex novia quien le pedía que se calmara. Contó hasta diez para tranquilizarme. Uno... Dos... Tres... Cuatro.. Cinco... Seis... Siete... Ocho... Nueve... Diez... Pero no lo conseguió. No podía calmarse de todo. Se acercó a la punta del acantilado - Lorena? - Gritó, esperó dos segundos y volvió a alejarse dando la espalda. Aún así, lo que sus ojos estaban viendo minuto después cuando se dio vuelta era increíble para él, que él mismo había presenciado cómo ella se había tirado hacia la nada. Lorena Cartagena estaba allí, parada ante él y como si nada hubiera ocurrido. Abrió los ojos como platos. Y la escuchó hablar.

- No querías preocuparme?! - Gritó enojado mientras se acercaba - Te acabas de tirar de un acantilado de más de 100mts y vos no querías preocuparme!? Estás loca? No. Pará, no estás loca! Estas completamente demente! Cómo se te ocurre? - Se frenó allí. Estaba gritando demasiado. Respiró profundo para calmarse y pensó una y otra vez "Tranquilo, tranquilo. No te salgas de tus casillas"

Cuando se hubo tranquilizado la miró un tanto frío - Qué querías ver allí abajo? - Dijo molesto todavía

Respiré profundo un par de veces al tiempo que me ponía de pie. Había escuchado mi nombre segundos antes, pero él seguía de espaldas cuando me incorporé. Podía notar la tensión emanando de su cuerpo, contagiandome y obligandome a descargar mi nerviosismo de alguna forma. Esta vez, mis dedos cobraron factura cuando comenzé a retorcerlos unos contra otros.

No sabía que me ponía más nerviosa, si su silencio o los gritos que pegó luego de escucharme. Se había girado y me había mirado con una expresión tan sorprendida como si estuviera delante de un fantasma y no mío.
Lo que vino a continuación, me lo esperaba por completo. Tragué en seco y sostuve su mirada todo el tiempo que sus gritos atormentaron mis oídos. Lo vi acercarse y me obligué a permanecer en mi sitio, escuchando sus reclamos y sorprendiendome ante lo furibundo de su expresión. Lucía tan...exaltado. A pesar de que los gritos eran una de las cosas que mas odiaba en este mundo, sabía que lo tenía merecido y no pensaba interrumpirlo. Solo esperaba que lograra calmarse un poco. Estar tan exaltado no le convenía en lo absoluto y temía que lo que había sucedido trajera consecuencias graves. Solo cuando lo vi intentar calmarse, pude soltar todo el aire que había estado reteniendo mientras él gritaba.

-Yo...-titubeé sin saber bien que decir. Carraspeé y desvié la vista unos segundos, obligandome a concentrar. Yo no titubeaba ante nadie al hablar, no empezaría ahora. Sabía que tenía toda la razón en lo que había dicho, pero quería que entendiera que no lo había hecho con esa intención. Y dudando y titubeando no era la mejor manera de demostrarlo. Volví a posar mi vista en él cuando estuve segura de mis palabras.-No tenía pensado suicidarme ni nada por el estilo. De verdad que no era mi intención preocuparte, por lo menos no de esta forma.-me expliqué con voz calmada, tratando de aparentar una tranquilidad que en realidad no sentía y que se hacía notoria en el continuo movimiento de mis manos.-No pensé que reaccionarías asi...En realidad no lo pensé mucho, supuse que verías donde había caído o algo así...-suspiré levemente agachando un poco la vista, cuando un brillo rojo, proveniente de su mano, llamó mi atención. ¡¿Estaba sangrando?! -¿Qué te su...-me interrumpí nuevamente al posar mi vista en el árbol más cercano.-Ohh..-murmuré al comprender. El tronco se encontraba visiblemente dañado y parte de la corteza se había desprendido. Casi por acto reflejo alzé una mano en su dirección para comprobar si efectivamente era sangre lo que veía o solo algún tipo de raspón, pero detuve el paso que estaba dando justo a mitad de camino, al tiempo que regresaba la mano para volverla a juntar en su anterior posición. Me sentía corta para acercarme, no quería incomodarlo más. Ya suficiente había hecho por un día, o inclusive una semana, alterando su paz mental.-Lo lamento..-murmuré, esta vez apartando la vista por completo y enfocandola en cualquier otro lugar.

Recordé su pregunta, la fría manera en la que me observaba no me dejaría pasarla por alto.-Mi propio lugar...-murmuré sin dar mucho detalle. Al parecer Benjamín había encontrado este lugar mucho antes que yo y no se me hacía justo ocuparlo y fastidiarlo más, a pesar de que esa era mi intención en un principio. Yo también quería un lugar propio...uno en el que nadie me encontrara cuando necesitara pensar o uno al que acudir cuando simplemente necesitaba estar sola.-Lo vi cuando rozé el vacío con el flequillo.-continué observando el suelo, que repentinamente se me hacía un lugar muy interesante en comparación con el fastidio que podía notarse en su mirada.

Me mantuve unos segundos en silencio antes de que mi preocupación me venciera y me obligara a alzar la vista y enfrentarlo nuevamente.-¿Estás bien?-pregunté sin poder ocultar del todo la preocupación. No era solo su mano lo que me inquietaba, esperaba que entendiera.

Cuando terminó de gritarle se había arrepentido de hacerlo. Él casi nunca había perdido el control en frente de una chica y odio haberlo hecho de esa forma en frente de Lorena. Pero lo que sí agradeció fué no golpearla. Si hubiera sido un hombre con el que hubiera estado discutiendo seguramente ya le hubiera largado un par de golpes. No porque quisiese, era parte de la enfermedad que lo había acompañado desde niño pero que él sabía controlar lo bastante bien como para empezar a perder el control nuevamente y justo ahora, en el lugar más tranquilo del mundo. Suspiró y escuchó sus palabras, escuchó sus disculpas. Ella había dudado, primero, en hablar. Lo cual le demostró a Benjamín que estaba algo nerviosa. Luego continuó hablando un poco más segura y con un adisculpa mucho más que sincera. Simplemente la escuchó y la miró.

Notó como su vista se desvío para la mano que él ya se había olvidado que sangraba. Él miró esa mano también y la cerró dejándola como puño. Levantó la vista y lo que Lorena estaba apunto de preguntar quedó en el aire. No pudo terminar la pregunta porque ya había descubierto la respuesta. Él solamente se encargó de asentir y confirmar que lo que ella creía era, efectivamente, lo que había sucedido. Iba a acercarse, pero no lo hizo. Supuso que él la había asustado bastante con sus gritos y se odió a sí mismo por eso. Odiaba gritar, odiaba pelear, odiaba perder el control.

Escuchó que buscaba su propio lugar. Sonaba lógico, todos queríamos un lugar propio al cual poder huír cuando no quisieramos estar rodeados de gentes o de las cosas cotidianas. Miró levemente abajo mientras se encogía de hombros y era él el que se acercaba a ella. - Estoy bien - Contestó a su última pregunta - Lo siento, perdí el control. No fué mi intención gritarte de esa forma - Dijo un tanto apenado mientra slevantaba la vista hacia ella - Sabes que nunca te hubiera gritado a propósito - Añadió con total sinceridad.

Ellos podían discutir, podían hacerse todo tipo de bromas, pero él jamás le faltaba el respeto o le levantaba el tono como lo había hecho apenas un minuto atrás. Suspiró esperándo poder remediar aquella situación que ambos habían vivido, pero estaba seguro de que ella siempre recordaría a ese Benjamín que le había gritado por más que él quisiese hacer hasta lo imposible para borrar esa mala impresión de él.

Lo vi acercarse, visiblemente más calmado y dejé escapar un suspiro de alivio cuando oí su respuesta. Alzé la vista hacia él cuando lo oí disculparse ¿Estaba hablando en serio? Sí lo estaba, su rostro lucía la sinceridad de sus palabras y lo conocía lo suficiente como para saber que estaba arrepentido por haberme gritado. Era consciente de que jamás lo había hecho antes y también sabía que no lo había hecho por voluntad propia. Lo vi extrañada algunos segundos, antes de poner los ojos en blanco y sonreir levemente. Era un completo tonto.

Terminé de acortar la distancia entre los dos mientras desanudaba el pañuelo que llevaba en la muñeca exactamente para este tipo de situaciones. Solo que generalmente era yo la que terminaba con alguna herida o rasguño por culpa de mis descuidos.

-Eres un tonto-comenté ya en un tono más ligero pero sin ánimos de ofender. Tomé su mano herida entre las mías para retirar las pequeñas astillas que aún quedaban presentes mientras negaba con la cabeza.-Solo a Benjamín Della Costa se le ocurre disculparse por algo de lo que no es culpable.-Terminé de retirar las astillas y procedí a anudar el pañuelo en torno a su herida. Sabía que no lo había curado ni mucho menos pero en lo posible evitaría que se le infectara en lo que regresaba a la aldea por el botiquín.-Fui yo la que provoqué todo esto con mi tontería, se que no me hubieras gritado de otra forma...-añadí solo para confirmar lo obvio. Era absurdo pensar que podría molestarme con él por algo que yo había causado. Por el contrario, más me preocupaba el hecho de que se molestara conmigo por haber provocado una reacción así en él a sabiendas de lo mucho que lo detestaba. Pero simplemente no lo había pensado. Creo que jamás se me pasó esa idea por la cabeza en los pocos segundos en los que consideré mi acción.

-Listo.-murmuré al terminar. Aparté las manos al tiempo que alzaba la vista y sonreía nuevamente disculpandome con la mirada. No solía sentirme culpable a menudo, pero esta vez me había pasado de la raya. Tendría que empezar a ser menos impulsiva...y cuánto me iba a costar!

Prestó atención a sus palabras y notó la cercanía de ella, tragó saliva al ver que tomaba su mano y comenzaba a sacar un par de astillas que le había quedado por los golpes a los árboles. "Muy bien, no lo haré de nuevo" se dijo aguantando un poco el pequeño dolor que le causaba cada astilla que sacaba. Aún así, no hizo ni una sola mueca, se mantuvo firme y frío, como si nada estuviera pasando. Se mordió levemente el labio inferior mientras veía cómo Lorena le envolvía, con un pañuelo, su mano. No hacía falta, pero ya no podía decirle que noporque ya lo había hecho. En fin, era lo de menos.

Cuando terminó de "curarle" la miró a los ojos. Ella, siempre allí cuidándolo aunque ya no estuvieran juntos y la relación de "amistad" que tenían se basara más en discusión y en ganas de fastidiarle el día al otro. Su familia adoptiva amaba a Lorena y habían estado completamente apenado cuando se enteraron de la mala noticia, es más, nunca llegaron a asimilarla y su padre todavía lo llamaba y le preguntaba si había algun avance con la rubia. Él siempre le decía que no presionara, lo que se terminó, se terminó. O por lo menos él así lo creía aunque era normal que de vez en cuando sintiera nostalgia por esa relación.

- Gracias - Dijo en un susurro mientras sacaba la mano y se la miraba - Igual no fué algo grave - Añadió

Para él nunca nada era grave. Todo tenía solución menos la muerte. Esa era una de las filosofías de vida que guíaban la suya. Era común en verlo despreocupado por cualquier tipo de problema, hasta algunos lo catalogaban de irresponsable o como si nada le importara. No era así, le importaba hasta donde debía, no demás. No era de esas personas dramáticas que hacían de un pequeño problema una cuestión de vida o muerte. Río despacio pensando que todas las mujeres eran así. "Son tan complicadas".

- Como sea, espero que hayas encontrado tu lugar y hacerme creer que te estabas suicidando valió la pena - Comentó mientras se apoyaba en el árbol que minutos anteriores había usado de bolsa de boxeo. Puso las manos en su bolsillo y la miró atento apoyando un pie sobre el tronco del árbol. - Agradece que no eras un hombre porque hubiera sido yo mismo el que te hubiera empujado por el acantilado al verte al frente mío como si nada - Dijo con una sonrisa como si estuviese bromeando, aunque no lo estaba porque de verdad lo hubiera hecho de no ser porque la persona en cuestión era Lorena.

Aparté la vista, conteniendo una risa ante su comentario. "Nada grave" había dicho. Porspuesto, solo esperaba que no se le infectara en tanto volvía a la aldea.-Ahá. Preguntemosle al árbol a ver que opina...-comenté divertida mientras caminaba en dirección contraria nuevamente hacia la punta del acantilado, pero deteniendome algunos metros atrás. No quería más drama.

Giré nuevamente y enfoqué la vista en el maltratado tronco en el que se apoyaba Benjamín. ¿Y ahora como lo curaba a él? Contuve un puchero al pensar que él no se sanaría con un poco de polvo antiseptico y unas vendas. Benjamín y su fuerza bruta, bien ya le haría competencia a Tarzán con sus tonterías. Volteé el rostro, sonriendo con diversión ante las incoherencias de mis pensamientos y reparé en sus palabras riendo sin poder evitarlo.

Me cubrí el rostro con las manos para ocultar la diversión que me causaba la situación. Era tan tonta, ahora me reía cuando hasta hace algunos minutos me retorcía de los nervios y la culpabilidad. No tenía remedio. -En realidad sí. No podía comprobar si había paso hasta allí a no ser que bajara y quitando el hecho de que salieron lastimados tú y un inocente árbol...Sip, valió la pena. Ahora ya puedo ir y saber que hay más probabilidades de volver con vida-murmuré con una sonrisa tras apartar las manos y esconderlas tras de mi en un gesto inconsciente de inocencia.

Tuve la intención de agradecer de verdad el hecho de ser mujer, pero preferí guardarmelo y hacerlo en privado, estaba algo loca sí...pero no lo suficiente como para dejar que Benjamín lo notara.-No lo dudo, lo que si me pregunto es ¿Cómo así te lo creíste? No se si habrán sido mis dotes de buena actriz...o quizás que tú eres demasiado credulo...¿Tú que crees?-pregunté corresponiendo a su sonrisa, pero hablando completamente en serio.

Escuchó sus palabras un poco divertido y esbozó una sonrisa en su última pregunta. Es cierto, ¿Cómo es posible haber creído aquello? ¿De verdad hubiera sido capaz Lorena de tirarse de aquella forma hacia el vacío para acabar con su vida? Claro que no, él la conocía. Pero por qué lo había creído minutos anteriores? Aunque en ese momento era lo de menos, esa situación ya había pasado no había por qué seguir hablando de eso. Se encogió levemente de hombros y la miró.

- Me pillaste desprevenido, es todo - Dijo de forma inocente

Desprevenido. Eso había ocurrido, él no estaba preparado para alguna broma pesada, de aquel tipo. En realidad, nunca hubiera esperado siquiera una broma así de su ex novia. Se acercó a ella dejando atrás el árbol "maltratado" y le corrió el flequillo que cubría su frente con la mano que tenía completamente sana. Casi un acto paternal o de noviazgo. Como había dicho antes, algunas cosas no había cambiado demasiado desde que cortaron. Sonrío y la miró.

- No volveré a creerte ni una sola palabra pinocho - Comentó mientras dejaba de tocar su cabello rubio

Era mentira. Benjamín podría volver a creer una y otra vez lo que ella dijera a pesar de que lo negara en palabras. Se alejó un poco para vover a mantener la distancia que había entre ellos antes de que aquella cercanía provocra algún desliz del que luego ambos podrían llegara a arrepentirse. No quería que ocurriera, o por lo menos sabía que no debía ocurrir aunque muy en el fondo de él si lo quisiese.

- Dentro de poco habrá una visita al Continente - Comentó cambiando de tema

Lauren solía elegir a dos o tres personas para que la acompañasen al Continente. La mayoría no quería ir. Tal vez él tampoco quisiera ir si tuviera la oportunidad pero pensándolo con la cabeza un poco más fría le convendría pedir ser uno de los acompañantes. Quizás podría hacer un llamado a su casa y asegurarles que está bien y que está con Lorena también, para que sus padres avisaran a los de ellas. Pero temía de ir y volverse un poco loco estando esos dos meses lejos de su propio paraíso. A todos les ocurría lo mismo, por eso nadie era voluntario por su cuenta para viajar.

Soltó una pequeña carcajada cuando escuchó decir que ella era buena actríz. ¡Sí, claro! Se dio cuenta de que haberle corrido el flequillo fue una acción qu ele tomó totalmente por sorpresa a la chica que tenía en frente. Para ser sincero, a él también le había tomado por sorpresa haber actuado de esa forma, pero a veces la costumbre podía más que las discuciones constantes que se habían adueñado de su relación con ella en aquellos meses de estar separados.

- Si eres tan buena actriz, Dios! Cuantas mentiras me habrás dicho cuando éramos novios y yo creyéndote como un tonto? - Preguntó bromeando. Aunque tal vez era cierto. En una relación larga él no creía que ella siempre hubiera sido honesta con él, pero prefería no enterarse si es que alguna vez le mintió. Seguro que a ella le sucedía lo mismo. Al fin y al cabo, ¿Quién quisiera enterarse que su novia o novio le mintió? Yo no era una de esas personas.

Río aún más cuando la vio actuar de esa forma tan drámatica hablando sobre la desconfianza y de romper su pequeño corazón y algo así. Blanqueó los ojos pero como si aquello le entreteniera y no pudiera esperar más de la enana. - Así que todavía tengo el poder de romper tu pequeño y fragil corazón eh! - Comentó - Creí que eso había terminado cuando nuestra relación terminó - Sonrío divertido

Luego escuchó que quería volver al continente. Suspiró y miró a otro lado. En realidad no sabía por qué él había sacado ese tema ya que le molestab aun poco hablar de eso. Capaz que al molestarle hacía falta que lo sacara en cada conversación que tuviese con cualquier persona. Ella quería ir al continente. Quería volver a ese mundo que habíamos dejado tiempo atrás y él no quería saber nada, pero si quería ver a su familia. Se encogió levemente de hombros.

- La verdad que muero por ver a mi familia - Dijo despacio - Pero no tanto como para dejar este lugar - Agregó segundos después.

A veces creía que al querer quedarse en esa Isla sin querer salir nunca de allí iba a volverlo loco. Estaba más enamorado de ese paraíso de lo que había amado a alguna otra persona o incluso a él mismo. Prefería morir allí antes de tener que volver al Continente a vivir una vida normal, como el resto.