Confesiones (Benja)

Caminaba sin rumbo por la playa. Pensando en aquel accidente, que me había separado de mi padre para siempre. "Padre". ¿Que quiere decir esa palabra?. El ser que me dio la vida (junto con mamá). El único familiar que me quedaba. El único que entendía mis problemas. Un enorme vacío llegó a mi pecho.

Me senté en la arena. Miré las olas y sentí el frío viento en mi rostro, mientras mi cabello suelto bailaba. Con mi mano levantaba la arena, mientras se dispersaba nuevamente. En eso encontré un papel. Un papel lo suficientemente grande, como para escribir un testamento. Un papel blanco y grueso, que cuando lo desenterré del todo, me dí cuenta que estaba abrochado a otra hoja. Presté atención a la arena, y me puse a escarbar. Parecía tonta, pero tal vez, había algo mas allí. En eso encontré un bolso. Lo abrí. No había nada. Metí la mano para estar segura, y encontré una pluma. Me fijé si andaba haciendo un rayoneo en la hoja. "Perfecto", pensé.

Me puse a escribir en la hoja. Era una tontera lo que decía, pero era lo que sentía;

"Querido Diario:
Ya paso un día entero desde que estoy aquí. Se que no es lo que quería, pero no esta tan mal. Me pregunto que esta haciendo papá ahora. ¿Me estaría buscando, o seguiría con su vida normal? Nunca fui la mejor hija, pero, la verdad es que lo amo...

Una lágrima callo de mi ojo derecho, al entender lo que estaba escribiendo.

...Yo no quería esto. Solo quería escaparme por un rato, y mírame en donde terminé. Quiero irme. Papá te extraño, quiero volver. Quiero seguir siendo tu hija, la heredera de tu fortuna...

Tal vez eso era lo que quería. Solamente su fortuna. Pero no, quería mas que eso. Quería que alguien me consolara ...

...Papá, necesito consuelo. Papá, te necesito...

La playa siempre había sido uno de sus lugares favoritos y la principal atracción de Benjamín para ir a esa Isla desde un principio. Lucas le habí acontado las enormes olas, lo hermoso que era surfear allí. Amaba hacer surf. Había traído consigo su tabla, al igual que los otros de su grupo de viajeros. Varias veces la había roto pero al ir cada vez que Lauren iba al Continente se encargaba de traerle una nueva. Pero en ese momento simplemente quería caminar y ver las olas, una por una, romperse contra el mar haciendo que toda la espuma blanca se formara.

Pero eso no fué lo único que vio en la playa, también había una chica que no conocía sentada y... Llorando? Frunció el ceño, no solía ver a muchas personas llorar a menos que estuvieran por ser atacados por algún animal. Pero ¿llorar sentados en la arena? Creo que todos éramos demasiados felices para eso. Se acercó y se paró al lado mirando al frente.

- Sabes, en México, cuando me sentía mal, yo también solía esribir - Dijo mirando el horizonte y luego voltiando hacia ella - En realidad, creo que es un pasatiempo que me traje porque lo sigo haciendo - Sonrío en forma inocente

Si, aunque no pareciera, Benjamín era de esos tipos que les encantaba escribir sobre lo que fuese. Sin dudas sería un gran escritor algún día, eso le decía su padre que habí aleído varias de sus creaciones. Pero ese no era su sueño, sólo era algún tipo de pasatiempo o pasión, no buscaba convertirla en su trabajo. Iba a ser abogado pero iba a seguir escribiendo por diversión, no para ganar plata con aquello.

- Mi nombre es Benjamín - Se presentó - ¿Qué haces aquí? Y - Hizo una pausa - Triste? Digo. Este lugar es el mismísimo cielo, un cielo propio.

Así lo considreba él. Un cielo en la Tierra y llos eran capaces de formar parte de eso. Era como si hubieran sido elegidos, lo que lo llevaba a sentirse tan privilegia y suertudo por haber tenido esta posibilidad. Tal vez estaba más enamorado del Paraíso, como él le llamaba, de lo que lo había estado de alguna chica alguna vez.

Seguía pensando en papá, nuestra historia, nuestra vida juntos, caí de la Luna a la vida real y escuché a un chico que me hablaba. Al escuchar su primer comentario me asusté y tapa con mi mano lo que estaba escribiendo. Pero al escuchar su pregunta, lo único que se me ocurrió hacer fue mirarlo al rostro.

Era un chico guapo, y aunque no me estuviera mirando, pude notar sus ojos perfectamente azules, sus labios rosado pálido y sus cejas morochas, al igual que su cabello. Era bastante guapo de cara y musculoso de cuerpo.

Una sonrisa se ebosó en mi rostro. Hice una mueca para hablarle.

-Digamos que... -Limpié una lágrima de mi rostro- estoy escribiendo mi "Diario" -Hice las comillas con los dedos- ¿Y tu? -Le pregunté

Me paré con la ayuda de mis manos. Aún tenía la cara mojada, y brillante por las lágrimas. Levanté el bolso y me lo colgué en el hombro como si fuera mío. Allí dentro guardé las hojas. Lo miré a los ojos.

Pudo notar cómo la chica tapaba de inmediato lo que escribía. Él tampoco pretendía ver, sabía más que nadie que lo que uno dejaba impreso en un papel era privado, a menos que quiera ser revelados a otros, pero no exactamente a un desconocido. Sonrío y ella dijo que era un "diario" lo que escribía. Las mujeres siempre eran de llevar sus escritos como un diario, para él simplemente eran testimonios de lo que pasaba por la mente de cada uno y lo que se habia vivido en el día. Si el suceso era valioso e importante o inclusive relevante, valía la pena escribirlo. Sino, era sólo gastar hojas.

- Interesante - Comentó observándola algo curioso. Esas lágrimas también demostraba que no hace mucho que estaba allí. Tal vez podría hablar con Lauren para ingresarla como un nuevo miembro de la comunidad. Si los cazadores no se enteraban de que era nueva, no habría ningún tipo de problemas - Yo solo paseaba - Comenté - Me gusta venir a dar vueltas por la playa, después de todo esto es lo que me trajo aquí en un principio -

Y eso era, la playa. Las grandes olas. Las grandes aventuras. La emoción de un viaje a un lugar que ni siquiera estábamos seguros que existía. Eso era lo que lo mantenía allí. Además, no es que fuera egoísta, pero saber que había un lugar para él y un grupo de privilegiados en el que no todos podían quedarse le atraía demasiado. Nunca se iría de ese lugar. Quería envejecer y morir allí, con una vida emocionante.

- Cuándo llegaste? - Le preguntó sabiendo que había sido hace poco sino ya habría aprendido a apreciar la belleza de aquel lugar y se hubiera olvidado de todo y de todos.

Al escuchar su pregunta, miré la arena. Los granos de arena. Una lágrima mojo unos cuantos. No es que fuera así todo el tiempo. Así de sensible. Era solo un momento que venía en varios días, y ese momento era ahora. Pero que tonta, ponerme así frente a un chico tan guapo.

En fin, no pude responderle. Me arrodillé en la arena. Le hice señas para que se sentara al lado mío. Saqué las hojas del bolso y se las dí. No me importaba que las leyera, en mas, quería que lo hiciera.

Me tapé los ojos con la mano derecha, apoyando la izquierda por detras para sostenerme. Esperase a que no se riera, ni burlara.

-¿Eso te lo demuestra? -Le dije mirándole

Me alejé de la orilla para mis pies no se mojaran.

-¿Cuando llegaste tu?

Cuando estaba mirándola, sorpresivamente, ésta le pidio que se sentara a su lado. Sonrío y le hizo caso pero le sorprendió aún más ver cómo ella le entregaba las hojas para que las leyera. Frunció el ceño un tanto confundido y las tomó. Pero no iba a leerlas, eran cosas privadas y él no tenía por qué meterse en eso. Vio como se levantó y él la imitó mientras les tendía sus hojas.

- No voy a leerlo - Dijo firme - Son papeles privados, cosas privadas. No me parecería bien leerlos -

Sonrío - Por lo que voy a pedir que seas tú quien me cuentes cuándo llegaste y qué haces acá - Sacudió un poco la arena de sus pantalones y la miró - Yo estoy aquí hace casi un año, estoy acostumbrado a este lugar. Eso pasa pronto sabes? No te va a costar demasiado adaptarte. - Eso era seguro, cuando conociera toda la Isla se enamoraría, al igual que el resto de las personas que allí se encontraban y nunca más habían querido volver a la gran civilización. - Claro, a menos que seas adicta a todo tipo de tecnología, ahí si va a costarte - Río

No me sorprendió el echo que lo leyera, sino el que no lo hiciera. Lo miré con una sonrisa al escuchar su último comentario. Era muy atento en el momento de hacer reír a las personas. Miré el lugar y fruncí el ceño.

-No -dije dura -En realidad lo odio, y llegué ayer -dije aún con el ceño fruncido

Mi actitud era medio rara. De sensible pasaba a ser así de terca y fría. Pero así era yo y no me haría cambiar. NADIE. Excepto mi madre. Si de alguna manera ella reviviera y me diera una larga conversación, solo así cambiaría.

-¿Sabes que es lo que más detesto en todo el mundo? -Dije enfadada -¡El agua! La detesto -Me pare y salpiqué con el pié un poco de agua hacia el costado

Me agaché y guardé las hojas en el bolso. Lo miré. Tenía cara de "¿Que estas haciendo?" Rodee los ojos y caminé unos pasos en contra de el

Era normal ¿verdad? Era normal que recién llegado, y contra su voluntad, odiara el lugar al principio. Pero eso sería sólo al principio porque en cuanto se internara en este nuevo mundo podría ver todo lo maravilloso que ven y viven ellos cada día. Benjamín no había encontrado demasiadas personas nuevas que estuviesen allí y odiaran al lugar. Todos los que vivían allí estaban mucho más que satisfechos y nadie quería siquiera pensar en volver.

- Sabes algo? Tienes tres opciones - Dijo mirando todos sus movimientos, cómo salpicaba el agua y luego cómo tomaba sus cosas y las guardaba. Comenzó a alejarse y él la siguió por atrás. - Una, construir una bolsa e irte de aquí. Claro, pero estás sola, perdida y sin proviciones por lo que te morirías de hambre antes de llegar a algún lado o un tiburón rompería tu balsa y serías su alimento - Hizo una pausa y corrió hasta alcanzarla - Dos, internarte en la selva rogando que los cazadores te vean y te maten para no tener qu esoportar esta pesadilla que odias - Hizo otra pausa y se oclocó delante de ella - O la tercera es que le des oportunidad a este paraíso y me dejes presentarte ante la comunidad que vive aquí y seas una más de nosotros. Tu desición -

Sonrío. Se dio la vuelta y comenzó a alejarse de ella seguro de que entre las tres opciones que le había dado, la tercera era la que elegiría porque era la única en la que no terminaba en una muerte segura.

Me empezó a perseguir. Haciendo pausas, hasta que logró alcanzarme y pararse delante mío. Al escuchar sus tres opciones hice un ta-te-ti silencioso con los dedos. Alcé la vista y pude observar que se estaba marchando. Corrí rápido y me paré en frente de él, con una decisión tomada.

-Elijo la opción número cuatro -Le dije pícara -¿Sabes cual es? Busco materiales, me ayudas a construir una casa, vivimos allí hasta que encuentre la loca manera de comunicarme con mi padre, volver a Estados Unidos y vivir feliz por siempre -Dije sarcástica -Vamos dime, de que cuento saliste, eres como mi príncipe azul con todo eso de los paraísos y tu cara de niño bonito -Le bromeé mala, haciendo señas con las manos

Era raro. Recién lo había conocido, y me había enamorado de el. Claro que solo le estaba bromeando. Me preguntaba si conocería a otros chicos así de guapos en la isla, razón por la que en verdad me gustaría quedarme.

-O mejor elijo la dos -Dije pensativa -Tal vez exista algún cazador sexy dentro del grupo -Me mordí el labio inferior -¿No es cierto? -Le pregunté

Enarcó una ceja cuando vio que la chica se había colocado en frente de él y había dicho que elejía la opción cuatro. Río despacio, le habíua recordado a un amigo que siempre solía decir igual que ella, elegir algo que no se podía cumplir o que no entraba dentro de las opciones dadas. Le sorprendió todo lo que la chica dijo y se sintió un tanto alagado. No se había ruborizado del todo pero también estaba algo avergonzado. Se encogió levemente de hombros mientras la miraba curioso y divertido. Nadie le había dicho algo así de forma tan directa, ni siquiera en broma.

-Bueno, no quiero ser un aguafiesta pero no creo que la opción cuatro sea posible de realizar - Comentó - No hay forma de que puedan sacarme de aquí, ya hasta me olvidé cómo era vivir en Estados Unidos - Dijo con una mueca divertida y siguió caminando

La escuchó decir que tal vez debía elegir la opción dos por si había algún cazador sexy. Eso lo hizo reír, pero reír de verdad. Se frenó y volvió a mirarla como si le hubieran contado el mejor chiste de siempre - Verás, si molestas a un cazador, te matará. No creo que sirva de mucho que te parezca lindo si vas a estar muerta en cuestión de segundos - Dijo un poco en forma de advertencia - Aún así, si quieres encontrarte con una sin, todavía, ser parte de la comunidad, vas por tu cuenta. Independiente. Y ten por seguro que te asesinaran a sangre fría, ya lo han hecho más de una vez - Le guiñó un ojo y continuó caminando esperando que ella lo siguiera.

Cuando me guiño su hermoso ojo celeste, caí rendida a sus pies. Su sonrisa, su nariz, sus ojos, la forma en la que me hablaba, era perfecto en todas sus facetas. Enarqué una ceja al ver que se iba, pero no correría detrás de el, quería que el viniera conmigo. No sabía que decirle, no sabía que inventar, para llamar su atención. Me acordé de la conversación, de los cazadores. Sonreí y miré la selva; llena de árboles y arbustos. Tenía toda clase de fruto colgando desde los árboles, seguro que la mayoría eran ricos.

-Oh mira, un hombre con pistola, seguro es un cazador, y no esta nada mal -Dije fuerte para que Benjamín me escuchara

Caminé lento hasta la selva, como si estuviera persiguiendo a algo o a alguien. Fue hasta que me adentré y empecé a correr con todas mis fuerzas. A ver que decía el moreno ahora.

Se detuvo cuando volvió a escuchar la voz de la rubia pero aún no se había dado vuelta. Sin embargo cuando pudo captar la palabra "cazador" hizo que se preocupara un poco por ella. Sería un desperdicio para la comunidad que alguien tan atractiva sea asesinada a asangre fría por un cazador. Se dio vuelta frunciendo el ceño mientras la veía caminar hacia la selva. No dijo una palabra esperando que tuviera la suficiente sensatez de hacerle caso, volverse y convertirse en miembro de la comunidad antes que enfrentarse cara a cara con uno de los dueños de la Isla.

Se adentró a la selva y él perdió todo tipo de campo visual por lo que suspiró y se obligó a sí mismo a seguirla. Caminó rápido, con agilidad y una vez adentro observó para todos lados. No la veía. Bajó la vista y vio las pisadas de la chica aun marcadas. Las siguió a toda la velocidad que pudo, lo cual era bastante. Benjamín era considerado uno de los más rápido de la Isla. Le tomó un par de minutos alcanzarla y quedar a unos metros de ella.

- Así que un cazador eh! - Dijo divertido bajando un poco el paso - Me trajiste aquí, contigo, a propósito no? -

Tal vez si lo había hecho, tal vez no. De lo único que él estaba seguro es que allí no había ningún cazador y dado por la posición del sol debían de estar en la plantación de marihuana ganándose la vida. Desde que él había llegado, habían sido contadas las ocasiones que estuvo en ese lugar. No era nada interesante para él, pero para alguien que consumiera sería el mismísimo cielo sobre la tierra.

Cada paso que daba corriendo era una sonrisa mas grande en mi rostro. El había caído en mi trampa. Cuando el logró acercarse a mi, a estar a unos metros mío, me dí vuelta. Parecía agitado, igual que yo. Me corrí un poco el flequillo de la frente. Al escuchar su pregunta, asentí con la cabeza. Miré al suelo. Luego a el. Corrí hacia el con todas mis fuerzas y le salté encima, quedando a solo unos centímetros de distancia. Estábamos tumbados en el piso, yo encima de el. Nuestros rostros estaban a solo dos centímetros exactos. Crucé los ojos, para poder verlo mejor, y hacerme la graciosa.

-¿Eso responde tu pregunta? -Le pregunté

Nunca había estado tan cerca de nadie. Ni siquiera de papá. Este chico Benjamín, me había alegrado el día. De no haberlo conocido, estaría escribiendo ya mi testamento. Lo miré a los ojos. Era hermoso. No quería separarme, pero seguro que el no estaría nada cómodo. Mi cabello rubio suelto, rosaba su rostro, obligándolo a que cierre los ojos. Me aparté un mechón detrás de la oreja, para que no le hiciera cosquillas. Sonreí.

Cuando habían quedado a unos pocos metros ella, para sorpresa de él, se le abalanzó encima e hizo que ambos cayeran al piso. Si él hubiera sabido que iba a hacer eso seguro la hubiera sujetado bien antes de terminar los dos tirados, pero no había tenido tiempo de prepararse. No pudo evitar reír con ganas mientras miraba sus ojos. Lo que más le gustaba de una chica era su mirada ya que Benjamín creía que una mirada podía contar muchas cosas. Algunas eran interesantes y tenían mucha historia. Otras eran vacías y aburridas. Otras simplemente eran totalmente transparentes, otras ocultaban más de lo que se aparentaba.

- Supongo que sí - Dijo despacio con una sonrisa mientras observaba cómo ella acomodaba su cabello rubio - ¿Sabes algo? Nunca me dijiste tu nombre. Pensás mantenerlo en secreto? - Sonrío divertido

Desde que la había encontrado en la playa no recordaba haber oído ni una sola vez su nombre. Tampoco sabía de dónde era ni nada sobre ella, sólo que estaba allí desde ese mismo día y que había comenzado a escribir un diario. Pero lo primero que quería saber era su nombre.

Sonreí de oreja a oreja cuando el hizo su pregunta. Pestañeé rápidamente, a ver si se enteraba de mi respuesta. Reí cuando terminé de hacerlo. Lo miré atentamente. En esos segundos que pasamos callados, pude escuchar el sonido de la naturaleza. Las aves, los el viento contra los árboles, el agua en movimiento. Realmente este si debía ser el "Paraíso", como le decía el chico. Me acerqué a el un poco más, haciendo que mis labios rocen las comisuras de los suyos. Acto seguido le dí un beso silencioso en la mejilla. Así era como yo mostraba mi afecto bueno. Si era el malo, recibirías una patada. Luego de pasar mis labios por su mejilla, me dirigí a su oído. Me acerqué mas, para que escuchar bien lo que le tenía que decir. Hice una mueca para hablar.

-Si quieres saberlo -Hice una pausa -Averígualo por ti mismo, Ben -Acabé susurrando, resaltando su nombre

Luego del susurro que acababa de hacer, posé mi mentón contra su hombro. Cerré los ojos, sonreí, tomé aire y suspiré

Cuando notó que la chica, aún sin nombre, se acercaba aún más, sintió que el cuepro se le tensaba e inclusivo por unos momentos había dejado de respirar. Claro, solo unos segundos porque en cuanto se dio cuenta volvio a hacerlo. La miró algo confundido y sintió sus labios en su mejilla y luego que le susurraban al oído. Cerró los ojos, si seguía así, estaba seguro que le importaba poco si acababa de conocerla o si Penny o Lorena pudieran verlo, la besaría.

- Vamos, es injusto, tu sabes mi nombre - Dijo abriendo de nuevo los ojos - Si no me dices tu nombre, tendré que inventarte uno - Agregó sonriendo

Sintió su mentón en su hombro y la miró de reojo, algo confundido. Ok, si, tal vez ella estaba muy cómoda pero el seguía tirado en el piso con alguien arriba, lo cual no era una posición muy cómoda que digamos, y menos si se acercaba algún animal hambriento. No tendrían chances de escapar si estaban así.

Abri los ojos al escuchar su respuesta. Era un chico insitente. Era cierto lo que decía; si no le decía mi nombre, me inventaría uno. Pero sería divertido esperar que invente mi uno, por esa misma razón no se lo dije.

-No, averigualo tu mismo -Dije haciéndole cosquillas en el hombro con mi mentón -Lo único que te digo es que empieza con R

Levanté mi cabeza para verlo. No parecía nada cómodo. Levanté mi torso, haciendo que mis piernas todavía estén sobre él. Me quité una pulsera que llevaba puesta en la muñeca, atándome el cabello en una coleta. Hacía mucho calor, y yo por supuesto tenía el pelo suelto como siempre.

Me paré de encima del chico. Luego me sacudí un poco el pasto que llevaba en mi ropa. Se me había llenado al saltar encima de él. Me senté en el suelo. Luego me acosté lentamente, quedando apollada en el hombro derecho, mirándo sus ojos.

-¿Así está mejor? sonreí

Claro, ahora además de vagabundo en una Isla conocida por muy pocos era... Adivino? Debía adivinar el nombre de la chica? Hasta donde él sabía, todavía cuando alguien conocía a otra persona se presentaban diciendo sus nombres, no esperando que el otro lo adivinase. O tal vez ahora los modales habían cambiado y él no se había dado por enterado. Sonrío mientras ella se levantaba notando lo bastante incómodo que él estaba, no sólo por tenerla encima sino porque estaban demasiado cerca y apenas se habían conocido, esa situación podría haber llevado a algún tipo de desliz.

- A ver... Con R - Repitió para sí mismo - Rachel? Rosario? Rosalinda? Rosa? - Dijo un par de nombres al azar, los primeros que se le vinieron a su cabeza

Muy bien, podían estar horas y horas esperando a que Benjamín acertara en el nombre ya que había muchísimos nombres con R. La miró un tanto curioso, se levantó sacudiéndose un poco el pasto y acomodándose el cabello mientras se sentaba en una gran piedra que había.

- Vamos, no pretenderás que comience a decir todos los nombres habidos por haber con R hasta que adivine, verdad? Es fácil, yo te dije el mío, creo que deberías decirme el tuyo -

Contaba con mis dedos los nombres que el largaba al azar. Si el era mexicano, no tenía la menor posibilidad de adivinar un nombre estadounidense.

-No, no, no, y... no dije graciosa haciendo caras.

Me paré al mismo tiempo que negaba con mi cabeza, sacudiéndola bruscamente. Posé mis manos en mi cintura, y lo miré. Estaba casi todo aplastado por culpa mía. No pude evitar reírme, mirándolo con una cara de "Crédulo". Me puse a dar vueltas, esperando a que el se levantase.

-Yo no te pedí que me dijeras tu nombre le dije con una cara de niña inocente. Volví a sentarme en la piedra, cruzando las piernas -Esas son las reglas de mi juego, el juego de la pantera con mi mano hice una garra, al mismo tiempo que decía "awrr", mostrando mis dientes.

Por una parte, ella tenía razón, nunca le había pedido que le dijera su nombre. Él simplemente lo había dicho por cuestiones de modales y para que la chica sintiera un poco más confianza y dejara de estar tan triste y llorando en un lugar tan bello. No era normal ver a alguien que no estuviese felíz por aquí. Luego enarcó una ceja y terminó por reíse a carcajadas cuando la rubia imitó a un apantera, o tigre, o gato, lo que fuese. Le causó mucha gracia aquel gesto e incluso el sonido que hizo.

- Tranquila pantera - Dijo riendose aún - Pero verás, será tu juego, pero este es mi lugar. Mi lugar, mis reglas - Terminó por sonreír un tanto pícaro - Puedo irme de aquí, perderme antes que tu siquiera puedas pensar en seguirme y dejarte sola, a tu suerte, creeme que nadie más te va a ayudar si no soy yo -

Se paró preparado para hacerlo. Bueno, en realidad no iba a irse, pero no estaría mal que la rubia pensara que lo haría. No era fanático de aquello de que las chicas tomen el control por un simple juego de adivinanzas. Podría decirse que sí, que Benjamín era muy machista en casi todos los sentidos.

Al escuchar su comentario y ver que se paraba, lo hice también. Reí un poco, mirándolo de arriba abajo. Estaba lleno de pasto y porquerías del piso, debido a que aún no se había sacudido. Tapé mi boca con mi mano para no largar una risa incómoda para él.

-Tienes toda la libertad de irte. La que quedo en peligro so yo me acerqué a el -Yo soy la mujer aqui hice un paso mas adelante acercándome -Tú me tienes que cuidar ¿No? dije clavando mi dedo índice en su musculoso pecho

Luego de ese comentario, lo miré a los ojos. Sonreí. Mis labios formaban una sonrisa tan pareja, que de ves en cuando dejaba ver dos filas de blancos y parejos dientes. Para mí, la salud bucal era lo más importante en la vida. Se cepillaba los dientes tres veces al día. Aunque su rutina había a acabado luego de aquel accidente.

FdR: Oooh, esto es otro nivel (? pasamos a 2 páginas jaja!

Sí, sabía que tenía toda la libertad de irse pero no lo haría. Digamos que si en el facebook había una página para hacerse fan de "Me gusta salvar damiselas en peligros" él sería el fan número uno. Nunca había sido capaz de dejar desprotegida a una chica por más que lo quisiese, es que se veían tan indefensas. Por ejemplo, Lorena le sacaba de quicio muchas veces, pero nunca la había dejado en peligro y recordando el incidente que había ocurrido el día anterior en el acantilado, creo que él se vería muy afectado si algo le sucediese.

- Hmm, no morirás por mi culpa - Terminó por decir y tomando asiento en la piedra.

Se habían desviado de tema, ahora estaban allí conversando sobre el destino que podría tener ella si él la abandonaba en medio del bosque con los cazadores rondando al igual que otro tipo de animales. Para el colmo, no estábamos demasiado lejos de la Plantación de Marihuana y del Hogar de los Cazadores, así que no sería raro que si se adentraran un poco más al bosque se toparan con alguno.

- Oye, vas a decirme tu nombre o que? - Preguntó

Off: eWé somos

Continuó con sus preguntas, y con mi interrogante respuesta. Estaba a punto de decirle mi nombre, cuando se sentó en la piedra que yo estaba. Hice una mueca. Al verlo tan cómodo, tal vez no le molestaría algo de diversión. ¿O si?

-Esa roca es mía le dije cruzándome de brazos

Al ver que no hacía caso, me acerqué a el por detrás y le hice cosquillas en la espalda. Todavía no salía. ¿Que no se pararía hasta que le dijera mi nombre? Una sonrisa pícara atravesó mi rostro por lo que acababa de pensar.

-¿Quieres que te diga mi nombre? Bien, tu ganas le dije haciéndome la tonta -En realidad te mentí. Mi nombre no es con R. Mi nombre en es Claudia le dije conteniendo la risa -Ahora sal de mi roca le dije nuevamente

"Esa roca es mía"? Si, claro. Ahora tenía escrito su nombre allí? No tenía idea de cuál era su nombre pero estaba completamente seguro de que la roca no estaba escrita. Rio divertido y terminó riendose con aún más ganas cuando sintió que la rubia le hacía cosquiellas. Él tenía bastantes cosquillas pero no iba a moverse, no iba a ceder ni un centímetro hasta que me dijera su nombre. Estaba cansado de tanto misterio de su parte, aunque por otro lado le gusta mucho.

- Si, quiero saber tu nombre y la roca es toda tuya - Dijo mirándola desafiante.

La miró sospechando cuando dijo que sunombre era Claudia y no empezaba con R, por alguna razón no le creía. Tal vez solo era intuición. Pero ella no se llamaba Claudia. Sonrío y se movió de la roca sentándose en un tronco que había caído y siguió mirándola.

- No es Claudia - Dijo - Pero si quieres que así te llame, no tengo problemas -

Era un chico bastante astuto, y más inteligente de lo que parecía. Pero también muy cosquilloso, igual que yo. Al ver que se movía por que le había dicho mi "nombre", me senté en la roca rápidamente.

-Eres mas astuto de lo que pareces le dije mirándolo a los ojos. Me paré de la roca y caminé hacia el. Me acuclillé para quedar a su altura, y le extendí mi mano -Soy Rebecca, mucho gusto le dije esperando sentir su mano sobre la mía

Sonreí de oreja a oreja, esperando ver una sonrisa en su rostro. Estaba segura que mi sinceridad llegaría hasta aquí. Ya le había dicho mi nombre, de donde era, y como y cuando había llegado. Bastante información dada por hoy.